Madonna estaba realizando sus tareas diarias en su casa de Londres, es decir, mirarse al espejo, cuando la visión más espeluznante que sus ojos pudieran soportar turbó la calma de la mansión. Madonna, la reina del pop, se había visto su primera arruga ¡¡¡OH, DIOS MÍO!!! Sintió un desvanecimiento, ya que su alma no fue capaz de soportar una noticia de tamaña envergadura. En ese momento su marido, Guy Ritchie, (se ruega a los lectores abstenerse de realizar comentarios acerca de su nombre) alarmado por el grito de su mujer, acudió en su socorro, pero tampoco fue capaz de soportar la cruda realidad y cayó desmayado a sus pies; cual Romeo a los pies de su Julieta. Cuando despertaron decidieron tomar medidas. Tras varias sesiones de botox, se dieron cuenta, como en su día hiciera Bella (protagonista femenina del cuento La bella y la bestia), de que la belleza radica en el interior y con esta nueva mentalidad se lanzaron a una búsqueda espiritual. Como consecuencia, Madonna exploró el misterioso mundo del budismo dedicándose de lleno a él. Todos los cambios que adoptó a causa de su adentramiento en este nuevo universo se pueden observar en el disco Ray of Light donde muestra su imagen más mística y espiritual: Pelo largo y negro como el mismísimo azabache, tatuajes de henna por todo el cuerpo, atuendos vaporosos y tétricos y lo más importante y novedoso, unos cuervecitos de lo más mono siguiéndola en su recorrido por el desierto [Vídeo].
Pero el budismo no llenó a la insaciable Madonna y continuó su búsqueda espiritual a través del judaísmo, más concretamente de la Kabbalah. De ese modo decidió romper por completo con su vida anterior y haciendo alarde de su nueva condición judía cambió su nombre por el de Esther. Al parecer esta religión la ha colmado de satisfacción ya que se ha involucrado en todos sus proyectos y ha iniciado una guerra silenciosa contra su gran rival: La Cienciología, en la que ganará el que más adeptos consiga. Por el momento, Madonna ha logrado introducir a varias celebridades de la talla de Britney Spears, Demi Moore, Donna Karan y Lindsay Lohan. Madonna siempre ha mantenido en el más riguroso secreto las prácticas internas que realiza la Kabbalah, estrechamente relacionadas con el esoterismo, el ascetismo y el acercamiento a Dios.
La reina del pop se percató de que pronto el sol se pondría en su reinado y que no tendría sucesora digna del trono. Tampoco podía utilizar a sus retoños ya que eran hijos deseados y esto es incompatible con el Principio del desliz de La Secta. No olvidemos que Madonna es como Sauron, el señor oscuro, y el mundo de la música es su Tierra Media particular: no ocurre nada dentro que se escape a su ojo que todo lo ve. Por lo tanto Madonna ya conocía la existencia de La Secta y determinó que ése sería el medio perfecto para alcanzar su fin último: perpetuar su estirpe. Si ella era reina del pop, necesitaba una princesa que le sucediera en el trono (previas lecciones de protocolo real impartidas por la inmortal Julia Andrews, que ya tiene experiencia en el tema).
[Más la semana que viene]
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