Britney está teniendo serios problemas, entre ellos la batalla (porque esto es una batalla campal, no nos engañemos) por la custodia de sus hijos. Federline sigue emperrado en arrebatársela, pero está claro que Britney tiene razones para luchar hasta el final por ella, tanto que incluso amenaza con suicidarse si no la consigue. Al parecer esta amenaza no se queda en palabras, según algunos allegados de la princesa del pop, lo ha intentado poner en práctica varias veces (mencionándose una en la que se arrojó sobre un coche en marcha).
Nuestra ex-peroxidada llegó hace unos días al límite de su aguante. Según dicen, salió a dar una vuelta y a su regreso, Federline se negó a llevarla hasta la casa donde él se hospedaba, así que se cabreó y se lió a paraguazos con el todoterreno de un paparazzi y con el propio reportero (y más que estará por llegar). Por una parte es bueno, libera tensiones y nadie sale herido, ¿pero realmente esto beneficia a la Spears? Su imagen pública cae en picado y los medios cuestionan continuamente la salud mental de la estrella. Todo se acumula, primero la separación de Kevin, después los jucios por las custodias, más tarde las declaraciones de su ex-asistente en Internet (quien dijo haberla visto tan mal que prefirió abandonar su puesto de trabajo para no presencia tal autodestrucción de una persona). Sus familiares y amigos le animaron a ingresar en el centro de rehabilitación, pero se escapó para hacerse su cambio de look y hace escasos días volvió a ingresar por su propio pie. Pero, ¿la rehabilitación funciona? ¿el tratamiento psicológico está incluído? ¿destrozar coches forma parte de una terapia? Solo deseamos que Britney vuelva. Y lo diremos las veces que haga falta. ¡La Secta te necesita, Spears!
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